Senderismo con niños al la cascada del Ciyo en Asturias
En esta ocasión, Mabel del blog Mar del Norte nos revela una excursión para los amantes del senderismo. Es una excursión que también se puede hacer en otoño, si vais bien equipados.
Aunque a priori esta excursión no parece que sea de las más recomendables para ir con niños, nuestra experiencia fue de lo más gratificante. Con un niño de 4 años y otra de 2 en la mochila, el suelo embarrado y un comienzo de llovizna, la cascada del Cioyo en Castropol (Asturias) con una distancia de 3 kilómetros, dificultad media, desnivel de 160 metros y una duración aproximada de 1 a 2 horas, nos dejó con muy buen sabor de boca.
Para localizar el punto de partida de la excursión hay que llegar hasta las escuelas abandonadas de Añides, en la carretera que va de Vegadeo a Villarín (Asturias). Una vez que aparcas allí, retrocedes caminando unos poco metros y a la derecha (en el lado opuesto de la carretera respecto de las escuelas) escondida entre la maleza y sin señalización se encuentra el comienzo de la ruta, así que tendrás que intuir este comienzo por las ramas pisadas.
A partir de ahí todo el camino está perfectamente pisado y señalizado con una cuerdas que hacen las veces de barandilla, bien mantenidas, perfectamente ancladas y atornilladas a los árboles. Para los pequeños será toda una aventura, pero eso sí, si son muy pequeños es preferible que vayan cogidos de la mano.
El camino es abrupto, un poco empinado, pero es precisamente eso lo que lo convierte en especial. Mi pequeño con sólo cuatro años aguantó todo el camino como un campeón, con pequeños descansos por el camino para comer algo o jugar con la naturaleza. A la pequeña, preferimos llevarla en la mochila a la espalda y poner a prueba los cuádriceps.
La cascada bien merece la pena tanto esfuerzo. Una vez que llegas al río Porcía sientes que ha valido mucho la pena. En pocos metros descubres la cascada de treinta metros de altura. Nos gusta dar gritos de adrenalina ensordecidos por el ruido del agua al caer.
Nuestra excursión estuvo acompañada de llovizna y de un suelo embarrado, así que nos costó encontrar una roca seca para apoyar la mochila y sentarnos a comer. A los niños les pusimos una bolsita aislante y repusieron fuerzas, pues tocada regresar y esta vez de subida. Es sorprendente observar cómo los niños les cuesta a veces ir al supermercado a cien metros y sin embargo son capaces de subir un desnivel de estas características. Así que sí, la Cascada de Ciyo también para ellos, para los niños.
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